Aprender a cosechar la propia fruta madura en tu jardín o en tu chacra sin importan la época del año es la consigna
Para quienes disfrutamos de la naturaleza y del buen comer, el hecho de cosechar el fruto de nuestro trabajo es un plus sin importar la temporada del año y la fruta. Además, podemos obtener el fruto cuando está realmente maduro en lugar de comprarlo cuando está madurando en el cajón de una verdulería, sin tanto aroma, color ni sabor.
¿Qué plantar?
Algunos frutales podrán adaptarse a la zona donde queramos plantarlo y otros no. Por eso, es importante consultar con un experto para no cometer el error de plantar un árbol que no produzca frutos o, directamente, se muera.
Que un árbol se muera no es agradable y nos genera una gran decepción, sobre todo cuando estuvimos esperando durante todo el proceso de adaptación, que es prolongado, y finalmente fracasa. Como estos árboles quizá cumplan un propósito ornamental, además del de producir frutos, es importante consultar a distintos especialistas que podrán aportar su visión: un viverista, un agrónomo y un paisajista.
Algunas especies necesitan acumular frío durante la temporada de reposo invernal para tener una buena floración y brotación. Esto, que se conoce como “acumulación de horas de frío”, consiste en sumar la cantidad de horas en que hubo menos de 7 ºC de temperatura durante esa época, hasta que empiece la primavera. La cantidad necesaria de horas cambia según la variedad. Por eso, a la hora de decidir lo que vamos a plantar, es fundamental estudiar bien los requerimientos en cuanto a esta cantidad de horas porque, de lo contrario, los frutales podrían subsistir pero no producir. El efecto más visible de este problema es la floración pobre y no uniforme, es decir, que se da en dos o tres etapas, al igual que la brotación.
La cantidad de horas varían según la especie y variedad. Además, también producirá en forma despareja escasos frutos de mala calidad. Algunas especies se adaptan a la falta de acumulación de horas frío, como las que crecen en climas subtropicales o tropicales.
Tipos de frutales
Como ya dijimos, los frutales se distinguen según su adaptación a las diferentes zonas y climas. Pero también existen diferencias en cuanto a su producción, es decir, su fruto. En este caso, podemos separarlos en seis grandes grupos:
- De pepita: manzano, peral y membrillo.
- De carozo: ciruelo, duraznero, damasco, palto.
- Secos: nogal de Castilla, nogal pecán, almendro, avellano, castaño.
- Cítricos: naranjo, limonero, mandarino, pomelo, quinoto.
- Rojos: frambuesa, zarzamora, arándano.
- Nativos: pitanga, falso guayabo, guayaba, arazá.
Un poco de botánica
Si sabemos cómo es la estructura de las plantas y de qué manera se comportan, podremos obtener información valiosa para manejarlas mejor.
Hay especies cuya polinización se produce mediante insectos, en especial abejas (polinización entomófila), como en el caso del duraznero, el ciruelo, el manzano, el peral, el almendro y los cítricos.
En otras, se produce a través del viento (polinización anemófila), como en el caso del nogal de Castilla, el nogal pecán, el castaño, el avellano, el olivo y la vid. Algunas especies son hermafroditas, es decir, tienen flores con ambos sexos, por lo que pueden cruzarse y, así, formar el fruto, como el duraznero, el ciruelo y el damasco.
Otras especies tienen flores de distinto sexo en la misma planta, como el nogal de Castilla y el nogal pecán. Tanto unas como otras necesitan en ocasiones de otras variedades acompañantes, también productivas (polinizantes), para que se complete una buena polinización y la consecuente formación de frutos, ya que puede ocurrrir que haya problemas de compatibilidad o de falta de maduración de los sexos dentro de la misma flor o planta. Este es el caso del cerezo, el ciruelo, el nogal de Castilla, el nogal pecan, el manzano y el peral. Estas plantas polinizantes también son productivas.
Hay especies que tienen plantas que dan flores machos y plantas que dan flores hembras, como el kiwi; otras tienen plantas que dan flores machos, plantas que dan flores hembras y plantas que dan flores de los dos tipos, como el mamón o la papaya. Por todo lo anterior, es fundamental estudiar bien qué especie y variedad plantar para que produzca, lo cual es tan importante como las horas de frío.
Contrariamente a lo que ocurre por la falta de frío, cuando no se produce la fecundación, se dan buenas floraciones y brotaciones en un solo momento, pero los frutos no se forman, se abortan, crecen deformados y son pequeños.
- Especies que pueden plantarse solas, sin otra variedad: vid, olivo, duraznero, damasco, citrus.
- Especies que deben plantarse con otra varieda: nogal de Castilla, nogal pecan, almendro, cerezo, manzano, ciruelo, peral.
El árbol no sólo tiene que poder florecer mucho en tiempo y forma, sino también producir frutos. Por eso, debemos tener en cuenta si se adapta a nuestra zona y si puede estar solo.
¿Dónde plantarlo?
Los árboles frutales prefieren la luz y la necesitan. Es común cometer el error de ubicarlos en un lugar sombrío, con otros ejemplares o construcciones cerca, lo que impide que crezcan normalmente.
La luz debería ser lo que primero que tendríamos que considerar. Lo segundo, casi tan importante como la luz, es que en el lugar no se produzcan anegamientos o encharcamientos, menos si son prolongados, ya que esto podría producir la asfixia radicular y la posible proliferación de hongos perjudiciales.
También es importante tener en cuenta las características del suelo, tanto en cuanto a su estructura como a su fertilidad. Si existiera una o más de una limitante en este sentido, es necesario crear un mejor sustrato mediante el agregado de alguna sustancia, para cambiar sus propiedades físicas y químicas.
Algunas especies tienen la capacidad de adaptarse mejor que otras a tipos de suelo no tan buenos: muy arcillosos y/o salinos, pedregosos o poco profundos. Esto es algo que debemos considerar antes de plantar nuestro frutal.
¿Cuándo plantarlo?
Las especies de hojas perennes pueden venir en maceta o terrón (no a raíz desnuda). Las de hojas caducas vienen de las tres formas. Con las plantas envasadas tenemos más flexibilidad en cuanto a la época en que podemos plantarlas, aunque lo ideal es a fines del invierno y antes de la primavera. En el tercer caso, deberían plantarse solo en el invierno. Los frutales de hoja perenne suelen venir en maceta o a raíz desnuda, mientras que los de hoja caduca pueden venir en las tres opciones, aunque lo más común es a raíz desnuda.
Casi todas las herramientas son comunes para una plantación extensiva o una intensiva, pero lo que cambia son los tamaños de algunas. El tijerón o tijera de mango largo, la tijera de podar de mano y el serrucho son las indispensables.
¿Cómo plantarlo?
Un buen suelo y una buena planta no es todo lo que se necesita para tener fruta. Debemos informarnos acerca de la especie correcta para nuestra zona geográfica.
Es fundamental preparar bien el terreno. Como ya dijimos, no debemos plantar un frutal en un lugar donde se junte el agua de lluvia o de riego durante un tiempo prolongado. Si pensamos que esto puede suceder en el futuro, podemos solucionarlo agregando tierra para elevar el terreno o haciendo una zanja o un terraplén para derivar el exceso de agua. Cuanto más grande sea el hoyo de plantación y más mullida esté la tierra, mejor. En lo posible, habría que agregar compost de buena calidad para lograr un arranque óptimo de la planta, además de incorporar un enraizante líquido o sólido.
Otra opción es agregar un fertilizante complejo, que aporta varios nutrientes. Lo ideal es que sea de liberación lenta para que su aporte dure varias semanas o meses. Además de macronutrientes (nitrógeno, fosforo y potasio), este tipo de fertilizante contiene micronutrientes (hierro, magnesio, azufre, entre otros), casi tan importantes como los primeros, necesarios para el correcto desarrollo y la futura producción del frutal. Si la planta tiene raíces abundantes, tenemos que hacer un pozo de mayor tamaño o podar las raíces para poder acomodarlas mejor. Las raíces tienen que estar hacia abajo, nunca apoyadas con las puntas hacia arriba. De lo contrario, les provocamos un estrés innecesario.
No debemos enterrar el tallo o tronco principal. Cada órgano tiene que ocupar su lugar: las raíces deben estar enterradas y el tronco, sobre la superficie. Después de agregar la tierra, tenemos que apisonarla, regar y volver a echar tierra, ya que bajará el nivel. De esta manera, nos aseguramos de que no quede aire, una situación que resulta perjudicial. Según el tamaño de la planta, podríamos colocarle un tutor o varios, para garantizar que crezca derecha y firme. Podemos optar por una caña (dura poco y no es tan confiable), un hierro o un poste de madera no muy ancho y, en lo posible, impregnado. El tutor se coloca al pie de la planta y se va atando con cintas plásticas o de otro material que no lastime la planta.
El objetivo es acompañar el crecimiento hasta que la planta esté firme, un proceso que puede llevar uno, dos y hasta tres años, según cada especie y situación. Otra opción es poner dos o tres tutores a cada lado o en forma de triángulo, para impedir que se mueva hacia un lado u otro. Es importante vigilar que el material con el que atamos la planta no la ahorque a medida que va creciendo. También es fundamental controlar el posible ataque de hormigas.
Como primera medida, podemos colocar una barrera física para proteger el tronco, de modo de evitar que suban y coman los brotes y las hojas. Una opción es pintar el tronco con gel o colocarle una goma espuma recubierta en plástico. También es posible controlar las hormigas con productos convencionales o ecológicos. Este control es muy importante porque si dañan a la planta tres veces seguidas, especialmente en su inicio, podrá peligrar la vida de la planta en caso de que el daño sea muy grave.
¿Cómo cuidarlo?
Dentro de las tareas de mantenimiento, tenemos que estar atentos a las plagas y enfermedades. Controlarlas es fundamental cuando cultivamos frutales.
Control de plagas
Si plantamos un árbol frutal, debemos cuidarlo para que produzca en cantidad y calidad. En cualquier zona en donde estemos, habrá insectos benéficos y dañinos para las distintas partes de la planta, incluyendo su fruta.
Debemos ir monitoreando su aparición durante todo el año para realizar su control; lo ideal es hacerlo de manera ecológica, que es lo más beneficioso para las plantas y también para nosotros.
Cada especie sufre a causa de distintas plagas, que provocan diferentes tipos de daños. Por eso, debemos mantenerlas a raya para que no dañen las fruta y, lo que es más importante, no comprometan la vida del árbol y su perdurabilidad.
Plagas
- Grafolita (Cydia molesta): es una polilla que primero daña los brotes y luego la fruta, ya que su larva se alimenta de ella. Ataca especialmente al duraznero y al ciruelo.
- Carpocapsa (Cydia pomonella): ataca a frutales de pepita y al nogal.
- Pulgones: atacan a casi todos los frutales. Existen varios tipos, de distinto color (amarillos, verdes, negros), pero todos causan el mismo daño a las hojas y los brotes al chupar la savia. El síntoma más característico es la deformación de las hojas, que se enrulan.
- Cochinillas: son de varios tipos y formas. Atacan hojas, brotes y troncos.
- Mosca blanca: ataca a las hojas, succionando su savia.
- Mosca de los frutos: ataca a la fruta fresca en general. La larva la penetra para alimentarse de ella, y provoca su pudrición por la entrada posterior de hongos.
Control de enfermedades
Al igual que nosotros, las plantas son susceptibles a distintas enfermedades. Debemos estar atentos a los síntomas que puedan aparecer, los cuales, poco a poco, harán que la planta decaiga y que pueden provocar incluso su muerte. Para evitar esto, tenemos que prevenir su ataque.
Las principales enfermedades que debemos prevenir o controlar son causadas por hongos y bacterias. Para estar seguros de qué productos usar y cuándo, lo más aconsejable es asesorarse con alguien especializado, sobre todo si utilizamos productos convencionales, es decir no ecológicos, dada su peligrosidad a la hora de su manipulación y por el consumo de lo cosechado.
Al mojar todo el árbol es necesario contar con un pulverizador acorde con el tamaño del ejemplar. Tendremos que aplicar entre 0,5 y 2 litros por árbol para que quede bien mojado
La poda de los frutales
A los frutales debemos podarlos todos los años. Es necesario observar bien la planta antes de realizar esta tarea para saber si tenemos que podarla mucho o poco. Esta cantidad puede variar de año a año.
El objetivo de la poda es regular la cantidad de producción de la planta y definir la ubicación de los futuros frutos. De esta manera, no sobrecargamos al ejemplar, lo que provocará su envejecimiento. Si recortamos la rama cargadora, la fortaleceremos para que luego, cuando cargue la fruta, no se quiebre. Una planta equilibrada producirá todos los años y durante muchos años.
Con la poda evitamos la vecería, es decir, que se alterne un año en que la planta produce mucho y otro en que produce significativamente menos. En el año en que produjo mucho, la planta creció poco y no le quedó mucha reserva para producir al año siguiente.
La poda no es la única tarea con la que se corrige la vecería, pero sí la más importante. Además, Para estar seguros de qué productos usar y cuándo, lo más aconsejable es asesorarse con alguien especializado, sobre todo si utilizamos productos convencionales, es decir no ecológicos, dada su peligrosidad a la hora de su manipulación y por el consumo de lo cosechado
El raleo
Cuando hay sobreproducción de fruta (mucha cantidad ya formada, que prosperó), es necesario sacar las que están muy juntas, para que las que quedan se desarrollen bien, con un buen tamaño. De lo contrario, tendremos mucha fruta junta y chica, además de sobrexigirle al árbol. Si vemos mucha fruta, no debemos dudar en sacarla.
El desbrote
Hay especies que tienden a brotar en exceso en lugares indeseados, por lo que tendremos que sacar los brotes durante la primavera para dejar únicamente los deseados. Hay que formar un solo tronco principal de la altura deseada, que suele ser de 0,5 0 a 1 m, para lo cual tenemos que ir eliminando los brotes. Esta eliminación incluye aquellos brotes de los pies brutos, que son los porta injertos en los casos de plantas injertadas.
También irán creciendo, en especial durante la primavera, chupones improductivos dentro de la canopia, que habrá que sacar para que no generen sombra en su interior. Estos chupones suelen crecer en el medio y en madera vieja con más vigor que los brotes productivos.
Otras tareas de mantenimiento
Existen otras tareas de mantenimiento para cuidar al frutal de malezas y para que pueda hacer frente a los cambios de clima.
Riego
Salvo las especies de hoja caduca, que no requieren tanta agua durante el invierno, todos los frutales necesitan un buen riego distribuido a lo largo del año. Por lo tanto, según la zona donde nos encontremos, debemos proporcionarle menos riego o más si no llueve.
Una planta pequeña consumirá menos agua que una grande en plena producción, pero todas deberían tener agua disponible si lo que queremos es que se desarrolle.
Por otro lado, es necesario controlar que el suelo no esté sobresaturado de agua, porque esto también puede generar una situación de estrés, que es a veces peor que la falta, ya que provoca la asfixia radicular y la posterior muerte de la planta.
Control de malezas
Las malezas compiten especialmente por los nutrientes y agua. Para controlarlas, podremos hacer un simple carpido o desbrozado superficial para no dañar las raíces, colocar un mulch artificial o natural, o aplicar herbicidas específicos, sabiendo cuánto, dónde y cómo.
Fertilización
Es necesario devolverle al suelo lo que extraemos de él. Podemos hacerlo mediante el agregado de fertilizantes orgánicos o inorgánicos. Lo ideal es usar los primeros, ya que mejoran la estructura del suelo, la actividad microbiana y la retención del agua. El momento más apropiado para aplicar un fertilizante es desde el otoño hasta fines del invierno.
En explotaciones extensivas, lo más habitual es hacerlo en el invierno porque tenemos más tiempo disponible. Hay que tratar de semienterrarlo evitando dañar las raíces. El mejor lugar es el área de proyección de la copa, porque es allí donde está la mayor cantidad de raíces nuevas. Esta distancia suele variar entre 0,50 y 5 m del tronco, según su edad y tamaño.
En lo posible, habría que aplicar compost terminado y de buena calidad, lo que garantizará un buen aporte de nutrientes. Otra opción más simple sería la aplicación de distintos tipos de guanos o estiércoles, que pueden ser de gallina, vaca, caballo, oveja, cabra, etc., cada uno con sus características particulares. Es necesario saber cuánto aplicar según la planta y la edad porque, si se aplica más de lo aconsejado, podría quemarla.
Cosecha
Lo primero es saber cuándo madura la fruta para que no elijamos plantas que lo hagan en la misma época. Así escalonamos la cosecha, sobre todo si se trata de la misma especie. La fruta se cosecha cuando está madura. Es posible que las frutas de una misma planta maduren con una diferencia de 15 días.
En los casos de producción de fruta fresca para transporte, hay que cosecharla antes de su maduración para que tolere mejor el traslado y vaya madurando hasta su consumo. En cambio, cuando es una producción familiar o propia, podremos esperar a que madure en la planta. Hay que tener paciencia hasta que la fruta termine de madurar para poder disfrutarla más.