Pedro Sánchez se enfrenta a una prueba clave para conservar la presidencia de España

BARCELONA.- A escasas horas de la constitución del nuevo Congreso de los Diputados salido de las elecciones del 23 de julio en España, se mantiene la incertidumbre sobre si Pedro Sánchez será reelegido como presidente del Gobierno, o bien se repetirán los comicios. La decisión recaerá en el expresidente de Cataluña, Carles Puigdemont, ya que los siete diputados de su partido, Junts, tienen la llave de la gobernabilidad. El sentido de su voto mañana en la elección del presidente del Parlamento será un buen indicador del estado de las negociaciones entre el PSOE y Puigdemont para la investidura de Sánchez, de las que no han trascendido apenas detalles.

Durante las últimas horas, Sánchez y la vicepresidenta Yolanda Díaz, de la plataforma izquierdista Sumar, han lanzado guiños a las fuerzas nacionalistas periféricas de las que depende la composición de la mesa del Congreso. Por ejemplo, Sánchez escogió como candidata a la presidencia del Parlamento a Francina Armengol, expresidenta autonómica de las Islas Baleares, y comprometida con la lengua catalana. Además, el presidente anunció en una reunión de los diputados y senadores socialistas que utilizará la presidencia del Consejo de la Unión Europea para impulsar el uso de las lenguas cooficiales en las instituciones europeas.

El control de la Mesa y de la presidencia del Congreso es importante porque tienen la potestad de establecer la agenda de la institución, y por lo tanto, de fijar la rapidez de los trámites que han de pasar los proyectos de ley. Además de regular la vida parlamentaria del país, la presidencia del Parlamento tiene un papel simbólico, pues es la tercera institución del país, después del rey y del presidente.

Junts per Catalunya va a mantener el suspenso sobre el sentido de su voto hasta el último suspiro, ya que la decisión se tomará el jueves por la mañana, al mismo tiempo que se esté celebrando la constitución del Parlamento. Ahora bien, un mensaje suyo en Twitter no era halagüeño para las esperanzas socialistas. “No tenemos ninguna confianza en los partidos políticos españoles, toda precaución es poca”, deslizó Puigdemont, que exigió “hechos comprobables antes de comprometer ningún voto”.

Además, advirtió que este planteamiento es válido para la votación de la Mesa del Congreso y para “acuerdos de más calado, como la investidura”.

Ahora bien, la ecuación política en la Mesa es algo diferente de la investidura, y Junts no es tan decisivo. En principio, todo parece indicar que para esta votación, los bloques de la izquierda y la derecha se hallan empatados a 171 votos, y si los de Puigdemont no se decantan por ninguno de ellos, el voto clave recaería en el diputado de Coalición Canaria. El PP, que anunció a su secretaria general y portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, como candidata a presidir el Congreso, cuenta con sus 137 diputados, más los de Vox (33), y el de Unión del Pueblo Navarro.

Por su parte, se cree que la candidata socialista contará con los 121 votos del PSOE, los 31 de Sumar, y otros 18 sumando los del Bloque Nacionalista Galego (1), EH Bildu (6), Esquerra Republicana de Cataluña (7) y el Partido Nacionalista Vasco (5). Ahora bien, estos dos últimos partidos aún no han anunciado cuál será el sentido de su voto, pero se da por hecho que se decantarán por Armengol. Así pues, la presidencia del Parlamento queda en manos de Junts, pero si evita definirse, entonces sería el diputado de Coalición Canaria el que decantaría la victoria de PP o PSOE. Los nacionalistas canarios tienen un pacto de Gobierno con el PP en Canarias, pero no han descartado la opción de apoyar al PSOE en Madrid.

El rol del rey Felipe VI

Aunque la canícula suele ser un periodo de reposo para la clase política española, el endemoniado panorama que esbozaron las urnas ha hecho que este año sea una excepción. Uno de los principales puntos de debate giran en torno a quién debería encargar el rey Felipe VI la formación del próximo gobierno. La ley no ofrece ninguna indicación, por lo que se suele asumir que debe ser el líder político con más opciones de lograrlo. No obstante, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha argumentado que la responsabilidad debe recaer en el candidato de la fuerza más votada.

El PSOE ha reaccionado ante esta estrategia acusando al PP de querer politizar la institución de la monarquía, lo que consideran una grave irresponsabilidad. Sánchez insistió el miércoles en esta idea en un discurso duro en el que aseguró que el partido conservador está “presionando al Jefe del Estado”. “El PP ha dinamitado todos los puentes que conducen a pactos con cualquier otra fuerza política más allá de Vox. Y eso les deja más aislados que nunca”, añadió.

El otro suceso destacable en los últimos días ha sido el estallido de una crisis interna en el seno de Vox tras la dimisión de su portavoz en el Parlamento, Iván Espinosa de los Monteros, que ni tan siquiera integrará el grupo parlamentario de la formación de extrema derecha. El que debía ser su sustituto en el hemiciclo se negó a tomar posesión, en lo que se interpreta como una expresión de malestar del sector más neoliberal ante el creciente control del partido que está atesorando el sector ultracatólico, liderado por Jorge Buxadé.

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